Cuando hablamos de la violencia que ha provocado el ser humano, nos referimos a una manera más de dominación, que nos lleva ante una situación determinante para comprender que esta no tiene justificación alguna, que esta es producida en todos los casos cuando hay un esquema de fuerzas que evidentemente están en tensión, pues hay una fuerza avasalladora que pretende sobreponerse ante una fuerza que en apariencia se presenta como débil, pero sólo en apariencia. La violencia desde siempre ha estado en nuestras vidas, de una u otra forma. Ya que tiene diversas maneras de representarse, y las principales afectadas somos las mujeres.
A lo largo de la historia de la humanidad hemos sido violentadas de múltiples maneras, violentadas tras anular nuestros propios derechos, por negarnos un espacio de participación pública en la política, por negarnos en su momento el derecho a educación y querer finalmente someternos a un devenir en el cual el matrimonio era el único y gran objetivo, coartando absolutamente todas las posibilidades de crecimiento personal y de autonomía. Ante ello, los movimientos sociales no se han hecho esperar para gritar todas las injusticias y violentaciones que hemos sufrido. Y desde una perspectiva más general, esta es una lucha en la que buscamos reivindicarnos, posicionarnos de manera que no tengamos obstáculos para nuestro desarrollo, como persona, como individuo y, por sobre todas las cosas, como sujetos de derechos, al igual que el hombre. Algo que por lo demás nunca tendría que habérsenos negado, no hay absolutamente nada que nos impida tener los mismos derechos que todas las personas.
Ninguna religión ha podido silenciar nuestro descontento, las religiones se han encargado de anularnos como mujeres, incluso nos han adjudicado el carácter de inmoral, y han creado categorías que sólo han querido impedir el reconocimiento social que tanto hemos de merecer.
La generalización que se hace en la lucha feminista incurre en no considerar que hay una gran diversidad de mujeres, dejándonos excluidas y quizás no con un propósito, sino que diferimos en nuestras propias necesidades que son muy diferentes.
ya que las condiciones de vida son muy distintas, nosotras somos discriminadas tres veces más que la mujer que no comparte la misma cosmovisión. Por vestir de manera distinta, por hablar un idioma distinto, por considerar nuestra riqueza cultural y ancestral como pobreza, pues son cosas que forman parte de la cosmovisión, que no es reconocida de la manera en que debiese ser. De esta manera, nos vemos perjudicadas en todos los aspectos, siendo que nuestro rol es trascendental en todas las comunidades, y es por esta razón, que se hace indispensable una lucha que provenga desde la propia mujer indígena, en donde la lucha por el territorio es el eje central, que finalmente promueve el levantamiento de una parte de toda la diversidad que la lucha feminista ha olvidado por completo.
Sin embargo, si lo vemos desde una perspectiva distinta, esto nos permite generar una reflexión que provenga desde la mujer indígena, desde nuestras propias necesidades, acerca de las demandas que requieren una urgencia mayor. El eje central en comparación con la mujer occidental es la lucha por el territorio, esto es luchar por la cosmovisión de un pueblo, es reivindicar nuestros ancestros, recuperar la vigencia de la lengua, nuestros conocimientos ancestrales. La lucha por el territorio lleva implícito todo lo anteriormente mencionado, y si el territorio se ve usurpado y explotado es muy difícil lograr un equilibrio entre la naturaleza y el ser humano. Pues la dualidad y la reciprocidad son aspectos esenciales que articulan el equilibrio de los pueblos indígenas. La violencia que es ejercida hacia la mujer indígena es tremendamente brutal ya que por muchas razones podemos ser violentadas, y esta violencia muchas veces es desmedida, y esto nos lleva a comprender que esta lucha es contingente y necesaria, en donde deben existir redes de apoyo que generen un vínculo inquebrantable, que llame a la unión entre pares para así también luchar contra la impunidad de los actos de violencia que tanto nos han dañado.
Hay que buscar la manera de abolir la violencia en todas sus formas, luchar para erradicar las maneras diversas en que se inmiscuye en nuestras vidas, estas maneras burdas que actualmente son utilizadas para generar dependencia y dominación. La violencia nos hace perder nuestra cosmovisión, espiritualidad, nuestra valiosa autonomía, y nuestra legítima libertad de tener y exigir nuestros derechos.
Por eso esta fecha se ha considerado importante para poder visibilizar todos los abusos que se han provocado hacia la mujer, y por sobre todo a la mujer indígena que ha sido violentada en todas sus formas. Hemos de reflexionar ante las necesidades más inmediatas que nos permitan vivir en equilibrio con nuestra cosmovisión.