Comenzaba a amanecer y el fuego irrumpía en el cerro Welen (mal llamado cerro Santa Lucía) acompañando la esperanza y la expectación de muchos hermanos y hermanas Mapuche que nos reunimos junto al kütral que calentaba el kultrün para dar inicio a la ceremonia espiritual. Fue la muerte del weichafe (guerrero) Camilo Catrillanca y el estallido social que posteriormente provocaron el cambio de mentalidad de toda una sociedad para reclamar cambios urgentes, a través de la posibilidad de redactar una nueva Carta Magna que pudiera otorgar los derechos que cada persona posee, pero que les han sido negados. De esta manera, podríamos dejar atrás una constitución que representa una mentalidad dictatorial y neoliberal que fue implementada por Augusto Pinochet que ha sido prácticamente la responsable de la mayoría de los males de este país. Una nueva constitución entonces sería una alternativa más que plausible para generar cambios profundos en una sociedad hastiada de la desigualdad, injusticia e impunidad. Así comienza un 4 de julio, un acontecimiento que todo el país está siguiendo con esperanza, pero también con cierta desconfianza, sobre todo hacia los partidos políticos que han tomado pésimas decisiones anteriormente y que han representado un precedente de malas prácticas en cuestiones políticas.

En la ceremonia espiritual Mapuche fuimos muchos quienes acompañamos a la Machi Francisca Linconao Huircapan, autoridad ancestral que junto a los 7 constituyentes Mapuche encabezaron la ceremonia, frente a un foye (canelo, árbol sagrado para los Mapuche) que viajó más de 1000 kilómetros para acompañar la ceremonia junto a otras hierbas medicinales que fueron el principal elemento para entregar el newen ancestral en este camino y poder participar en el proceso constituyente como pueblo Nación Mapuche. De esta manera, reafirmamos una vez más nuestra preexistencia como pueblos indígenas, primeras naciones que estuvieron antes que cualquier Estado. Nuestra participación en este proceso es clave ya que como pueblos indígenas tenemos muchas demandas que debemos poner sobre la mesa, y reclamar los derechos que nos corresponden, en donde se pueda también aportar al dialogo intercultural entendiendo esta instancia como una apertura de diálogo entre naciones, los nueve pueblos indígenas y el Estado de Chile.

Nos llena de esperanza la elección de la lamngen Elisa Loncón Antileo como presidenta de la convención constitucional. Esta mujer Mapuche lingüista con un vasto conocimiento ancestral y académico de nuestra lengua materna Mapudungun dirigirá las mesas y sesiones de discusión y diálogo político. La elección de una mujer Mapuche representa de cierta forma la posibilidad de visibilizar a quienes hemos sido invisibilizados durante 500 años. Lo que todo un colectivo siente es esperanza de que las cosas se desenvuelvan de buena manera, desde las buenas prácticas, poniendo énfasis en llevar a la discusión la reparación por actos de lesa humanidad, en donde la violación a los DDHH ocurridos en Chile no quede en la impunidad y que el pueblo Nación Mapuche reclama con urgencia, al igual que los chilenos que fueron testigos de una verdadera represión a cargo del gobierno de Sebastián Piñera Echeñique en el pasado estallido social del 18 de octubre del 2019.

Siendo Mapuche tengo la esperanza, pero también una cierta desconfianza del proceso considerando que las luchas colectivas se ganan desde la unión y no la división. Por lo tanto, en estos tiempos de estallido social, pandemia y cambios radicales en general, es preciso estar a la altura de todas las posibilidades de la contingencia política, involucrarse más allá del haber estado presente en dicha ceremonia, acompañar y realizar un seguimiento prolijo a lo que está en juego en una nueva constitución, que será redactada principalmente por un grupo de personas que fueron elegidas democráticamente por la sociedad a través de un plebiscito.

Finalizando la ceremonia espiritual Mapuche, nos dirigimos hacia el ex-Congreso, muchas personas fuimos a los costados, escoltando a los siete constituyentes, incluyendo la constituyente que iba a ser elegida presidenta. Marchamos todos juntos, con un solo propósito de demostrar que la lucha en todos los espacios está más vigente que nunca, que hemos llegado a estas instancias con la esperanza, reitero, que nuestros hermanos y hermanas Mapuche sean realmente un aporte a la discusión, en donde la transparencia, la honestidad y la diplomacia sean los pilares fundamentales de nuestra organización como pueblo Nación Mapuche, ya que estas formas no son ajenas. Tenemos precedentes de haber realizado parlamentos en distintas etapas de la historia.

Debemos entender que este proceso se debe hacer entre todos y todas, tal cual como marchamos todos juntos esa mañana demostrando la unión y por sobre todo la fuerza, el newen (fuerza espiritual) ancestral que nos acompaña, para seguir en la lucha, pues esta lucha recién comienza, y es uno de los tantos espacios en donde podremos finalmente dejar de ser invisibilizados y seguir adelante hasta que nuestros territorios sean desmilitarizados y seamos respetados como primeras naciones, que buscan incansablemente el Küme Mongen (buen vivir).